La caridad también es darse a uno mismo
Por: Bruno

Hablemos un poco acerca de la caridad. Este término a veces se interpreta con donar cosas o dinero. Si buscamos en el diccionario (en El Pequeño Larousse para ser más exactos), caridad es definida como “Amor a Dios y al prójimo; virtud cristiana opuesta a la envidia y a la animadversión. Limosna o auxilio que se presta a los necesitados.”
Vale la pena ampliar esta definición un poco más. La caridad es universal, es decir, no es sólo para los cristianos. También incluye generosidad, compasión, tolerancia, paciencia y dar servicio. La caridad es una virtud que vale la pena poner en práctica ya que no sólo beneficia al que la recibe sino al que da. Si lo pensamos un poco más, a veces es más fácil dar dinero o regalar cosas que ya no utilizamos, pero el darse a uno mimso es más difícil.
Es necesario considerar que una caridad auténtica siempre conlleva respeto por el que da y el que recibe. Por lo tanto, no estamos hablando de una caridad malsana o desequilibrada en donde una persona se pierde en las necesidades de los demás y se olvida de las propias. Digamos que es una virtud que vale la desarrollar. Como todo en la vida, se va aprendiendo y perfeccionando con la práctica. Nadie nace siendo un maestro de la caridad. Mucho se aprende por el ejemplo que recibimos en casa y mucho se puede ir desarrollando en la vida diaria.
Mantengámoslo simple: pacitos de bebé. Cada día se presentan oportunidades para aplicarla: podríamos hacer algo por alguien sin esperar nada a cambio, escuchar más que hablar, darle ánimo a alguien que lo necesite, llamar a un amigo o amiga y saludar sólo porque sí, sonreir un poco más, cederle el paso a alguien en el tráfico, abrazar a alguien que parezca necesitarlo, incluir en nuestras oraciones a alguien más que nosotros mismos, criticar menos y ser más amable, entre otros. El sólo hecho de hacerle saber a alguien que nos importan puede hacer una gran diferencia, alguien puede necesitar algo que nosostros podamos dar.
Talvez no podremos cambiar el mundo, pero podemos dar un poquito de nosotros mismos para hacerlo un poco mejor. Sembremos una semilla de caridad y cosecharemos bienestar y buena voluntad entre nosotros.
“Actualmente creemos que un filántropo es alguien que dona grandes sumas de dinero; sin embargo, el término proviene de las palabras griegas philos (afectuoso) y anthropos (hombre): hombre afectuoso. Todos podemos ser filántropos. Podermos dar de nosotros mismos.”
Edward Lindsey, GUIDEPOSTS