Una nueva rutina diaria. Por: Materiaprima

Muchos de nosotros vamos al gimnasio para ejercitar nuestro cuerpo, tonificar, modificar y modelar cada una de sus partes; es una cosa natural, y es muy buena ya que los beneficios son tanto a corto como a largo plazo. Pero el cuerpo no es lo único que debemos ejercitar, si no también el alma. Ejercitar el alma significa trabajar en nuestro interior, en ser mejores personas tanto por dentro como por fuera, en proyectarnos bien a los demás. Pero, ¿Cómo ejercitamos el alma?
Un respiro profundo, y empieza el día, junto con una nueva rutina.

Empezaremos por la felicidad, esto es algo a lo cual, como seres humanos que somos, aspiramos, buscamos y anhelamos; la felicidad nos permite disfrutar de muchísimas cosas, de reír y compartir con los demás. Pero, muchas veces confundimos la felicidad con estar rodeados de gente, de amigos que nos hacen reír y que nos dan consejos - y es cierto, la felicidad es algo que el exterior nos puede dar- y no tomamos en cuenta que la felicidad es algo interior, es sentirme bien conmigo mismo, con quien soy, con como pienso y actúo.

Seguidamente, debemos de estar conscientes que el mundo no se ajusta a nuestros deseos y caprichos, si no que es al contrario, debo adaptarme a lo que es - ojo, adaptarme al mundo no significa dejar por un lado mis valores, sólo "porque las cosas cambian"- por eso digo adaptarme a lo que es.

Además, haremos un bien o daremos un beneficio a una persona, sin que quien lo reciba siquiera lo descubra. Esto irá acompañado de hacer dos o tres cosas que no nos guste hacer, como levantarnos temprano, comer sano o ser responsables, lo haremos únicamente con el objetivo de tener dominio propio. De limar esas asperezas en el carácter que todos, indiscutiblemente, tenemos.

Nuestra alma también se ejercita cuando somos agradables, porque somos agradables de muchísimos modos. En el exterior, cuando estamos limpios y arreglados; en el interior, cuando damos cumplidos que verdaderamente sentimos y evitamos toda crítica que no sea constructiva.

Y para terminar la rutina diaria, debemos de tratar de tener media hora tranquila, en silencio, sin la bulla que nos rodea; con bulla me refiero a los chismes, al facebook, el celular, o lo que se espera que hagamos. En este tiempo de descanso y tranquilidad buscaremos formas de mejorar nuestro carácter, perspectivas alternativas para los problemas o situaciones en las que estamos viviendo, o pensaremos en Dios.

Si hacemos todos estos ejercicios es muy probable que no nos frenemos de vivir la vida de la mejor manera posible, disfrutaremos de las cosas bellas, de la felicidad de estar con nuestros amigos pero también, de lo que la soledad nos puede dar y hasta lograremos tener la certeza de que a quienes queremos, nos quieren de regreso.

Todos estos ejercicios ayudan a que nuestro día a día sea mejor, esforcemónos por hacerlo parte de nuestra rutina diaria, los resultados -estoy segura- serán tangibles. Todos estos ejercicios hacen de nuestra alma, un alma fuerte; para mantenerla joven tratemos de aprender algo nuevo cada día, ya sea de un libro o de una persona. Tratemos de hacer cosas que requieran de nuestro esfuerzo y concentración.
Recordemos que, "El santo no nace, si no se hace", claramente es una rutina de ejercicios que requiere más esfuerzo que ir una hora a clase de spinning o al gimnasio, pero seguramente, valdrá la pena.