¿COMPRAMOS AL OBJETO, COMO TAL, O AL NOMBRE QUE LLEVA ESCRITO?

Por: Materia Prima

Actualmente, vivimos en una sociedad sumamente consumista, en la cual lo importante no es cubrir las necesidades básicas, si no crear faltas donde no las hay. Esto significa, provocar en las “masas” el deseo de tener aquello de lo que podemos prescindir, y llevarlo hasta tal extremo que se convierte en una necesidad. Tal es el caso de aparatos electrónicos, por ejemplo, que después de dos meses se consideran totalmente obsoletos. Claro está que como dijo Ludwing von Misses, “El lujo de hoy es la necesidad del mañana”. Pero, ¿hasta qué punto debemos de hacer de esto, un modus vivendi?

No podemos decir que nosotros estamos exentos de este mundo consumista que nos exige tener más y más; pero ser parte de él, no sólo significa ese deseo de amasar cosas materiales, también incluye comprar no por el valor intrínseco del objeto si no por el nombre que lleva escrito, o sea la marca. Cierto es que, la marca es una “garantía” de que el objeto que estamos adquiriendo es de buena calidad, diseño y como un plus, nos da estatus.

Es innegable que comprar cosas de una buena marca nos produce gran satisfacción y son lujos que a todos nos gustan, pero debemos de detenernos y reflexionar sobre cuanto valor le damos a la marca que lleva el objeto. ¿Tiene esa marca más valor, que el objeto mismo? Esta es una cuestión totalmente personal, pero, estoy totalmente convencida de que debemos de encontrar un equilibrio entre el valor de la cosa y el valor de la marca. si estamos dispuestos a pagar cantidades estrambóticas por la marca de un objeto, podemos estar seguros de que hemos caídos en el consumismo y somos partes contribuyentes en que éste se extienda en la forma en la que lo hace.

El problema del consumismo yace en el hecho que muchas veces, aunque sea de forma involuntaria, terminamos haciendo categorías para todo, basándonos en cosas materiales, como parámetros. Démonos lujos, claro, pero no centremos nuestra vida en torno a esto; enfoquémonos, mejor, en abrirnos a nuevos mundos, nuevas ideas y qué mejor forma de hacerlo que a través de conocer a nuevas personas. Recordemos que cada persona es un mundo único y especial que si le damos el tiempo, nos enseñará muchísimas cosas. Más de las cuales podamos aprender a través de los objetos que, a veces, atesoramos.